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Formación y desarrollo de la localidad de Bellavista

PorEl Observador

May 10, 2023

Con esta crónica no pretendemos inmiscuirnos en asuntos de historiadores, solo tratamos desempolvar algunos pasajes de la historia que junto al paso del tiempo, están camino al olvido…Ahí están los cuentos de los “GENTILES” y el “Juicio de San Cristóbal”, los cuales podrían pasar de meras leyendas a historias reales. 

 

PHUTINA DE “GENTILES”

Cuenta la historia que debido al castigo de los fenómenos naturales (lluvia y/o sequía), y los sucesivos conflictos entre las culturas florecientes en la meseta del Collao, como los Uros/Puquinas, se vieron obligados a emigrar hacia otros horizontes. Estas culturas migrantes, se establecieron en los diferentes riachuelos de Phutina, kalacua, Puskia, T’uquina, Tumbaya, Quiabaya, Murupampa y Sunispaya, entre otros, de la que hoy es jurisdicción del distrito de San Cristóbal.

En los anales de la historia del sur de la patria, consta que los Uros/Puquinas comenzaron con el periplo del éxodo desde el Lago Titicaca hacia la costa y fueron obligados a seguir avanzando hasta el Océano Pacífico por sus archienemigos aymaras, quienes seguían sus huellas en busca de nuevos espacios para la supervivencia de los suyos.

Tal como relata la historia, los Uros/Puquinas que se asentaron e hicieron su vida social y realizaron su actividad productiva basada en la agricultura, con el correr del tiempo, se vieron amenazados por la etnia aimara, el mismo que sin compasión ni remordimiento, había procedido a expulsar a los puquinas, tomando posesión de los pequeños riachuelos donde quedaron los andenes y las covachas.

Entonces, el paso de los Puquinas hecho leyenda por los aimaras, se hizo realidad con la variedad de utensilios y otros vestigios encontrados en los lugares donde habitaron. También, el circuito de las andenerías hechas para la producción de alimentos, son mudo testigo del paso fehaciente de los Uros/Puquinas, conocido por los aymaras como GENTILES.

Los migrantes aymaras, cuando tomaron posesión de las áreas abandonadas por los llamados GENTILES, no solo encontraron aposento y tierras casi preparadas para el cultivo y la crianza de animales, también metieron sus manos hasta el subsuelo para profanar -en algunos casos- los “entierros” y los escondites de utensilios de barro y plata como: ollas, platos, jarros, tinajas, entre otros. Por otro lado, es admirable el labrado en piedra del batán (k’utaña) y las moledoras de ají (wak’iña), que aún perduran hasta la fecha.

 

PHUTINA DE AYMARAS

Tras la forzada retirada de los gentiles, los aimaras que decidieron asentarse en este pequeño y encantador paraje, fue porque el lugar contaba con áridas tierras y con recurso hídrico para la práctica de la incipiente agricultura y ganadería. Efectivamente, estaban cerca a los puquios de Tankani como Charicina, y próximo a otras vertientes de agua que, posteriormente fueron puestos al servicio de la estancia de Phutina..

Es posible que cada lugar donde ponían sus pies, eran inmediatamente nominados de acuerdo a la forma o las características que presenta el terreno; de igual manera, debemos presumir que el nombre del pueblo viene del río P’HUTINA (lugar de alta temperatura), teniendo en consideración que dicha terminología hace referencia al manantial de las aguas térmicas que discurren por el cañón del mismo nombre.

La antigua estancia de P’HUTINA, se encontraba ubicada en la parte baja del lado norte de la actual localidad de Calacoa-Bellavista, cuyas raleadas casas hechas de piedra y adobe, todas con techo de ichu, eran avistadas hasta -aproximadamente- los años 60, en medio de los sembríos y abundante vegetación. No tenía calles, sino más bien, contados pasajes angostos debidamente empedrados, y dos caminos principales que conducían, uno hacia Calacoa y el otro a San Cristóbal.

PUEBLO DE BELLAVISTA

Una vez que los naturales de Phutina se hartaron de los embates de la naturaleza, y voltearon su mirada hacia el galopante porvenir de la ciencia y la tecnología, decidieron hacer frente al reto del reasentamiento que se tenía previsto ejecutar en la frígida colina denominada Kapunto y/o Kallzaypamapa. Esta tarea no fue nada fácil porque hubo una fuerte oposición; sin embargo, los cabecillas lograron convencer a los vecinos más influyentes. Se estima que el ajetreo mayor tuvo lugar entre los años de 1930 a 1950.

El argumento de la distancia y el clima que esgrimían los contrarios a la reubicación del pueblo, era ensordecedor; pero, una gran mayoría conformada por comuneros jóvenes que ansiaban el desarrollo sostenible para la comunidad, tenían el ineludible compromiso de conformarse con la rápida llegada de los rayos solares de las mañanas y los fuertes remolinos del atardecer pampeño, a los cuales, había que unirse para hacer una vida común, con tal de lograr un futuro mejor.

COMPRA DE TERRENOS

Como en cualquier propósito de buena fe, el área del terreno de Kallzaypampa no era como para complacer al 100 por ciento de los comuneros. Pero nadie debe quedarse sin su sitio solar. Por tal motivo, se tomó la decisión de realizar dos compras: El primer contrato de compra se celebró el 03 de marzo de 1939, entre los representantes de la comunidad Mariano Cuayla (mayor), Eusebio Choque y Miguel Maquera, con los herederos de Santiago Marca y esposa, que eran Manuel Rea, Máximo Torres, Juan de Dios Nina, Mariano Vizcarra y Mariano Marca, por una extensión de 745 varas cuadradas, a un costo de 10 libras de oro.

La segunda operación de compra-venta se hizo en el mismo sitio por un área de 1,749 varas cuadradas, al precio de 50 soles nacionales, entre Justa Coaila Choque, de Ascencio, heredera de Petronila Choque y los representantes comunales, Mariano Cuayla (mayor), Juan Choque, Manuel Ticona y Francisco Cuayla, quienes orgullosos suscribieron la escritura imperfecta el 17 de julio de 1942, ante el juez de Calacoa, Rufino Mejiac, según documentos que obran en archivo.

LOTIZACIÓN, 1° DE MAYO

Una vez concretada la compra de los terrenos, los cabecillas de la comunidad de Phutina solicitaron la autorización para el reparto de los sitios solares, ante la autoridad judicial de la localidad de Calacoa, donde el 30 de abril de 1940, firmaron el acta de compromiso, con el compromiso de llevar adelante dicha actividad entre los interesados, en forma armoniosa y sin ofensas.

Para beneplácito de las autoridades y los beneficiarios, el juez de paz de la capital distrital, Benjamín García Romero, accedió a la petición de los cabecillas de Phutina y autorizó la lotización y entrega de los predios urbanos a un aproximado de 50 familias, en la fecha del 01 DE MAYO DE 1940, bajo la responsabilidad de los peritos Mariano Choque y Tomás Mamani….De esa manera, se puso la primera piedra para la ejecución de un importante proyecto, de lo que hoy es BELLAVISTA…Continuará////

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